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Dos apuntes: la política y el primer milagro en la Virgen de San Juan de los Lagos.

  • Felipe de Jesús López Contreras
  • 13 jun 2016
  • 10 Min. de lectura

Las imágenes marianas, de cristos o de santos, tienen una característica compartida. Esta característica consiste en los relatos maravillosos que, cada uno y a su manera, es el fundamento de la creencia en la imagen, incluso puede ser el factor decisivo para el establecimiento y conservación de una comunidad. En este tipo de imágenes, el historiador del arte Hans Belting[1], afirma que pueden servir para la protección del pueblo, del rey y del ejército, tienen así un fin no solo religioso sino político e, incluso, bélico. La imagen también tiene la característica de reproducir sus poderes y su protección mediante el contacto (de un pedazo de tela por ejemplo) convirtiendo al objeto tocado en amuleto.

Tal es el caso de la imagen de la Virgen de San Juan de los Lagos y de la narración de su primer milagro que ocurrió en 1623 y que fue recogida por Juan Contreras Fuerte en el año de 1634. Dicho relato sirvió para fundar y para darle una imagen protectora al pueblo en cuestión. Cabe decir que el relato del primer milagro surge en el contexto de la Reforma Católica, donde se pone especial interés por crear un clero más digno, los sacramentos instituidos por el catolicismo se valorizan aún más, las imágenes toman una carga sagrada mayor y se preocupa por llevar el catolicismo a todos los lugares. Se tratará de que el fiel se quede en su parroquia, inscrito ahí para que pueda participar en los bienes celestiales. Se preocupa, pues, por acercar la religión a los hombres, y la figura de la Virgen María cobra una importancia vital dentro de la Reforma Católica, pues ésta es la que liga, hasta cierto punto, a Jesucristo con la humanidad, porque por ella Jesús se hace hombre y su figura materna coloca al hombre y a Jesús en un nivel similar, porque todos nacimos de una madre.

Así pues, la narración consiste en la resurrección de una niña de seis años, hija de unos volantines, quien al ensayar una serie de volteretas cayó sobre unas espadas que estaban enterradas en el suelo y murió. La niña resucita cuando la india Ana Lucía (que según Tello la india se llamaba María Magdalena), protectora de la imagen en la ermita, le puso la imagen de la Virgen de San Juan en el pecho. Los padres, agradecidos por el milagro, deciden llevarse la imagen, con la compañía de algunos indios para que no sea robada, a Guadalajara para ser reparada, porque la imagen estuvo olvidada por mucho tiempo en la ermita y, por lo tanto, estaba dañada por la polilla. Cuando los volantines deciden descansar en un mesón, dos mozos, de repente, se ofrecen para reparar la imagen. Estos últimos la reparan y muy de madrugada entregan la imagen a los volantines sin cobrar el precio acordado, y desaparecen sin revelar su identidad. Esta narración fue publicada por Francisco de Florencia en su libro El origen de los dos célebres santuarios, y es la versión más antigua. Este relato se puede pensar como parte de una herencia, que se nos lega, que se les imponía a los hombres del siglo XVII, y que a nivel colectivo y a nivel individual obliga a aceptarla y a modificarla[2]. Lo maravilloso corresponde a estratos antiguos, traídos o adaptados por el cristianismo en sus primeros siglos. El cristianismo primitivo integró en su seno prácticas paganas, haciendo una transición entre la cultura antigua y una cultura posterior[3], que condicionaron, hace más de mil años, algunas prácticas religiosas.

El relato de la Virgen de San Juan pudiera pensarse, en parte, como una herencia medieval o de la Antigüedad tardía (la narración del primer milagro nos cuenta que la imagen se movía y que platicaba con Ana Lucía, esto es porque el concepto de imagen hace referencia a una representación de un personaje y era tratada, por esa misma razón, como persona. Por lo tanto, si la imagen era considerada como una persona, la imagen tenía características humanas: hablaba, se movía, sangraba, lloraba, etc. Estas características sirvieron para hacer visible lo invisible, para acercar lo lejano al hombre.), se podría pensar la narración del primer milagro, como un exemplum medieval, que consistían en anécdotas que utilizaban los predicadores en sus sermones para moralizar a la comunidad y para hacer más sencillo el aprendizaje religioso.[4]

También las bases de las narraciones maravillosas se encuentran en la Biblia, ella es la referencia para dichas narraciones. La referencia bíblica permitía crear un discurso religioso más legítimo, sin olvidar que la mentalidad de lo maravilloso estaba presente en la comunidad medieval, mentalidad de la que se nutrían los exempla, y algunos rastros maravillosos fueron traídos por los españoles a la Nueva España, con el fin de evangelizar y moralizar a la comunidad novohispana después de la conquista. Recordemos, para ejemplificar mejor, que Jesús de Nazaret, al igual que la Virgen de San Juan de los Lagos, resucita a una niña, la hija de Jairo. Narración en la cual la fe, por parte del padre de la niña en ambos relatos, juega un papel importante para la resurrección, Jesús dice que por la fe del padre estará sanada la niña, esto se relaciona con la fe que pide Ana Lucía a los padres de la niña para que ésta resucite.

Sin embargo, la niñez pude ser comparada con la santa ignorancia de la Edad Media, mediante la cual se podía conseguir la salvación del hombre. El monje quiere que sea atraído en un principio por la santa ignorancia, cuyo ejemplo se halla en las figuras femeninas, como María Magdalena [o María la madre de Jesús] que fue la primera que tuvo la revelación aun cuando era la más ignorante de los discípulos, la santa ignorancia consistía en la iluminación inmediata, con la cual se podía acceder a Dios y regresar a la unidad, al Uno.[5]

Recordemos que también Jesús concede un estatus privilegiado a los niños, cuando dice: “dejar que los niños se acerquen a mí porque de ellos es el reino de los cielos; el que es como un niño entrará al reino de los cielos”. Lo que premia Jesús es la ignorancia de la infancia, que a falta de pecados por su corta edad, le es permitido que consigan la salvación. Esto corresponde a que el Evangelio trata de incluir al sector más débil de la comunidad. La iglesia católica tenía la idea de ser una religión universal, incluyendo el sector débil de la comunidad, por ejemplo en la Nueva España, trataba de integrar en su seno a indígenas como españoles. También la niñez adquiere un peso mayor con la figura de la Virgen María, ya que por ser madre virgen, permaneció joven, como una niña y prueba de ello son las esculturas renacentistas que ilustran a la Virgen María más joven que Jesús mientras ésta llora su muerte. Los evangelios apócrifos, también, le dan la característica de juventud y de inocencia. Ella se presenta como una amanuense del Espíritu: “he aquí la esclava del señor. Hágase en mí según tú palabra”. Su santa ignorancia es a que le permitió acceder a la unidad de Dios. Los exempla serán adaptados a un contexto particular, que serán trasmitidos por la oralidad en sermones, estos serán adaptados y reproducidos de acuerdo a las necesidades de la comunidad. Los exempla no determinan sino condicionan a una mentalidad en una época dada.

El relato del primer milagro de la Virgen de San Juan de los Lagos también nos habla de los cambios de nombre que se le hacen tanto a la imagen como a la protectora de la imagen. De ser la Cihuapilli (según Juan Contreras Fuerte[6]), paso a ser Virgen de San Juan, por pertenecer al pueblo de San Juan Bautista de Mezquititlan (fundado el 24 de junio día de San Juan Bautista, sin embargo no se cuenta con el acta de su fundación, más sí con la petición de su poblamiento), y Mezquititlán cambia por “de los Lagos”, cuando la gente de Santa María de los Lagos comienza a habitar el pueblo. Los nombres resultan interesantes porque el nombre, en este caso el de la india (que según Tello se llamaba María Magdalena y Ana Lucía según Florencia) y el de la imagen de la Virgen de San Juan de los Lagos, individualiza y al mismo tiempo incorpora en una comunidad, se trata de un acto de apropiación de la imagen.[7] El nombre permite crear una relación personal o colectiva con la imagen y un control de ésta. Por otra parte, el nombre también implica el deseo de ungir la cosa a la que se le imponía el nombre con el prestigio de la cosa a la que le pertenecía de origen. De manera semejante, en el caso que nos interesa, el cambio de nombre de la india y de la Virgen de San Juan podría haber sido también una forma de prestigiar a la imagen o al menos de quitarle lo indígena a imagen para apropiársela los españoles. Posiblemente, el cambio de nombre de Ana Lucia a “María Magdalena”, no resulta de un olvido en el nombre como lo dice Tello, sino que designa, posiblemente, la tierra recién convertida al cristianismo. Como sucedió cuando Jesús salva a María Magdalena y ésta se convierte de su vida impía hacia la buena nueva.

Apropiada la imagen de San Juan de los Lagos, los españoles harán una petición para poblar San Juan. La petición se fundaba en la extensión alcanzada por devoción y el consecuente aumento de limosnas recaudadas que era necesario vigilar, en un pueblo que no tenía más que seis indios pobres.[8]

En la Nueva España, toda licencia necesitaba ser aprobada por el rey o por un representante suyo. Las peticiones consistían en resaltar la importancia que tenía la gente al poblar el lugar pedido, es decir, el poblamiento del pueblo tenía y debía de ser de utilidad, y la utilidad era la que legitimaba la petición, no se hacía una obra si se consideraba inútil para el bien común. La política novohispana, se basaba en la idea del bien común, “en primera instancia, el buen gobierno es el que, al garantizar el orden y la prosperidad comunes, se encarga de crear las condiciones necesarias para ello: ésta es su finalidad moral y religiosa del bien común”.[9] Se apelaba a los méritos porque se creía que una colectividad que tuviera méritos realizaría actividades en beneficio de la comunidad y no a beneficio individual. Si bien la política novohispana tiene sus bases en el bien común de Santo Tomás de Aquino, esta idea de los méritos remite a la política realizada por los griegos y latinos, donde los que tenían derecho a participar en las actividades de la res publica, eran aquellos que tuvieran un estatus mayor en el sentido económico, para que se pudiera dedicar completamente al cargo y no ser corrompido por la falta de dinero. Los que se dedicaban a los cargos públicos estaban al servicio de Dios, del rey y del público.

De la misma manera las frases en donde se apela a la devoción de la gente española, a las joyas y riquezas, y los pocos habitantes que pueden cuidar de ella, pueden pensarse como la preocupación de tener el espacio lleno, los vecinos deseaban asegurar la decencia del entorno inmediato a su devoción; a menudo, en otros casos que examina Lémperiére, para apoyar la demanda de un terreno libre, se denunciaban los escándalos y las ofensas a Dios que se autorizaban si el terreno se encontraba en soledad y abandono[10]. Es por ello que para poblar San Juan se evoca a los peligros que podría sufrir la Virgen, tales como son los asaltos, asaltos que remiten a una profanación de la imagen. La relación entre imagen y colectivo se ejemplifica cuando los habitantes tratan de cuidar a la imagen de los peligros materiales, mientras que los habitantes esperan el auxilio divino de la imagen. Pero dentro de la petición del bien común podían existir intereses particulares también, que para llegar a cumplir esas metas, se utilizaban frases de manera sutil, evocando primero el bien común, por ejemplo, para justificar una petición, se apelaba al interés público, la belleza del lugar, el amor que se tiene a la imagen, etc. La mucha devoción a la que se apela, también los lleva a obtener cargos, que serán utilizados a beneficio particular.

Considero que existen dos funciones al evocar el bien común. Es decir, al evocar el bien común se obtiene un bien individual, si no es económico, al menos ayuda a mantener el prestigio o, en otro caso, a obtener el prestigio deseado. Los cronistas también jugaban un papel importante para la construcción de un pueblo o una iglesia, éstos evocaban las maravillas que habían hecho la imagen, los tesoros, joyas y limosnas que habían recogido. Esto con finalidad de construir una creencia más legitima, que concluiría con la realización de las obras que pedían. Pero también tenían la capacidad de prestigiar a la imagen mediante las narraciones, los sermones o en las procesiones para pedir limosna. Sin embargo, éstos también tenían la posibilidad de insertar personajes dentro de las narraciones milagrosas de las imágenes, dotando así de prestigio a la persona deseada o ayudaban a mantener el prestigio. La devoción evocada por los españoles para poblar San Juan, les daba un estatus prestigiado y los diferenciaba del resto de la población. Por lo tanto, la palabra devoción implica una aceptación dentro de la comunidad española y católica. Se puede notar que de manera sutil se habla de seguridad material de la imagen. Sin embargo, hay que considerar que existía una preocupación por los creyentes de estar cerca de la imagen para su protección, la construcción de diversos templos tan cercanos entre sí, se pueden interpretar como la necesidad de un auxilio divino. El fomento a la creación de instituciones religiosas, como las iglesias, ayudaba a la organización de la vida cotidiana, el sonido de las campanas condicionaba a los rezos del medio día, evocaban la hora en que murió Jesucristo, la hora de la misa, la hora de levantarse para el trabajo, etc.

A manera de conclusión, esto sólo han sido unas observaciones acerca de la historia de la Virgen de San Juan de los Lagos. Observaciones que, considero, no han sido detectadas por la historiografía localista. Hay que tener en cuenta el contexto en el que se desarrolló el relato del primer milagro, de la misma manera, cómo éste sirvió para poblar lo que hoy se conoce como San Juan de los Lagos. EL término política y religión han sido definidos desde la perspectiva de la actualidad, olvidando que era otra forma de organización política y religiosa. Comúnmente se piensa que hubo un sincretismo entre las religiones, habría más bien, que preguntarse por la funcionalidad que ciertas prácticas religiosas tenían dentro de la comunidad.

[1][1] Belting, Hans, “Imágenes milagrosas de origen celestial y retratos terrenales. La Imagen de San Lucas y el original ´no pintado´ en Roma y en Oriente”, en Imagen y culto. Una historia de la imagen anterior a la era del arte, Madrid, Akal, 2009.

[2] Le Goff Jacques, Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occidente Medieval, España, Gedisa Editorial, 2008, p., 11.

[3] Belting, Hans, “Imágenes milagrosas de origen celestial y retratos terrenales. La Imagen de San Lucas y el original ´no pintado´ en Roma y en Oriente”, en Imagen y culto. Una historia de la imagen anterior a la era del arte, Madrid, Axal, 2009, p., 69.

[4] Le Goff Jacques, Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occidente Medieval, España, Gedisa Editorial, 2008, p., 154.

[5] Iogna-Prat, Dominique, “La Matriz monástica del letrado en el Occidente latino (siglos V-XIII)”, en Iglesia y sociedad en la Edad Media, México, UNAM.Instituto de investigaciones Históricas, 2010, p., 35.

[6] En: Santocoy Alberto. Historia de Nuestra Señora de san Juan de los Lagos y del culto de ésta milagrosa imagen, México, Tip. De la Compañía Editorial Católica San Andrés, 1903, p. 23. En línea: http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080015048/1080015048_MA.PDF

[7] O ‘Gorman Edmundo, Destierro de Sombras, México, UNAM, 1986, p., 34.

[8] Santocoy Alberto. Historia de Nuestra Señora de san Juan de los Lagos y del culto de ésta milagrosa imagen, México, Tip. De la Compañía Editorial Católica San Andrés, 1903, pp., 66-67. En línea: http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080015048/1080015048_MA.PDF

[9] Lémpériere Annick, Entre Dios y el rey: LA República, la Ciudad de México de los siglos XVI al XIX, Fondo de Cultura Económica, 2013, p., 32.

[10] Ibid… p., 132

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