Reflexiones sobre los conflictos entre cofrades y sacerdotes a principios del siglo XIX.
- Nayeli Guadalupe Torres Beltrán
- 15 ago 2016
- 5 Min. de lectura
La historia de las cofradías tienen una amplia y diversa historiografía, pero no del todo acotada, al menos hay un vacío local de información. Por ejemplo hay pocas investigaciones de las cofradías en el siglo XIX y si las hay, son de las grandes cofradías de la ciudad de México.
Las cofradías pertenecieron al orden corporativo del viejo régimen, que se encargaba del comportamiento de la sociedad, la cohesión e integración de la misma a través de la religión, las imágenes y la fe. La muerte también era un punto importante dentro de las cofradías, pues muchas de ellas tenían asistencia a los enfermos cofrades y el entierro de los mismos. Era un acontecimiento inevitable, pero a finales del siglo XVIII y principios del XIX, con la debilitada monarquía española, en lo político, económico y religioso; la independencia de México, las epidemias, las diferentes políticas tanto liberales como conservadoras y una economía decadente en la Iglesia, se originaron más conflictos entre cofrades y sacerdotes, sobre todo en la administración de los recursos de las cofradías y hermandades.
Fue durante la efervescencia política del siglo XIX, las cofradías habían pasado hacer administradas por el clero, así que un sacerdote podría administraba todas las cofradías de una ciudad. Un ejemplo claro son las cofradías de Lagos de Moreno Jalisco, en los años 1803-1826, fueron administrada por el cura Juan de Dios Ortiz Parada y a partir de 1827 -1838, se hizo cargo el cura Miguel Parada. (AHPLM, Lagos, GOB, /COF/4V/1774-1860, 97F-111F)
En el archivo parroquial encontramos dos documentos de conflictos entre cofrades y el mayordomo de una cofradía. El conflicto comienza el día 20 de septiembre de 1828, con una queja al señor gobernador del estado, una queja de José Francisco de Mesa, en contra del mayordomo de la cofradía, el cura Miguel Parada y el sacerdote de Lagos D. Tomas de Verdad y el mayordomo de la fábrica D. Blas San Román por no haber sepultado a tiempo a dos hermanos cofrades de la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Santo Entierro (AHPALM/GOB/COF/CNSSE/1793-1836) Al principio nos permitimos imaginar que era un conflicto político, entre liberales y conservadores, para poner en tela de juicio a los sacerdotes en una época de violencia y efervescencia política. Pero esta hipótesis se desechó, porque no era una práctica nueva, ya en el siglo XVIII se denunciaba al clero, por ciertos abusos en la administración de los pueblos, cofradías, servicios personales, etc. El conflicto entre sacerdotes y feligreses, principalmente indios, fue en el auge de los cambios en las Reformas Borbónicas como menciona William B. Taylor. (Ministro de lo sagrado) Estos desacuerdos o conflictos con los sacerdotes llegaban a manos de las autoridades civiles, principalmente por conductas o sucesos que involucraban a los curas y sacerdotes de pueblos o villas. Pero de ¿qué se le acusaban a los sacerdotes? Pues la respuesta es de todo, las quejas en algunas ocasiones eran innecesarias y vagas en sus argumentos, incluso ocultaban conflictos y motivos que llegaban hacer la mayoría de los casos problemas personales.
Volvamos al conflicto entre el sacerdote mayordomo y los cofrades. Morir en el siglo XVIII y XIX era un acontecimiento importante, se distinguían los estamentos o clases sociales de la época. Por ello se debía preparar el funeral y el entierro con tiempo, al menos entre las cofradías de los españoles, que optaban por una ceremonia con la pompa debida. La familia del enfermo se debía preparar con tiempo la partida de su familiar, así que las muertes repentinas desajustaban el orden de las cosas. ¿Sería el caso de la muerte de los dos cofrades en Lagos?
En el primer caso, menciona que se "buscó al mayordomo Miguel Parada y no lo encontraron en su casa, porque este acudió a dar la extremaunción y confesión a un enfermo, pero, por el motivo de las lluvias se quedó en la Hacienda el Salto. El sacerdote no puedo llegar hasta el día siguiente". Así que el primer caso cumple con una muerte repentina. En el segundo caso, "no se enterró a tiempo al hermano cofrade, porque no se dio el dinero a tiempo, además los oficiales nuevos demoraron en la colecta de limosna". Lo que solicitaban la familiares de los muertos, eran los servicios que les proporcionaban las cofradías. El segundo caso, se trataba de un enfermo y los familiares no prepararon con tiempo su entierro y funeral.
En el primer caso, las autoridades dictaminaron que no fue culpa del mayordomo, ya que el motivo por el que no llegara a tiempo, fue por el cumplimiento de sus obligaciones y deberes como sacerdotales, además hubo mal tiempo que dificulto el regreso a Lagos. En el segundo caso, el sacerdote tampoco tuvo la culpa, porque el atraso del entierro del hermano cofrade fue por la familia. Las autoridades del estado acusaban a la familia de no enterrar a tiempo al cofrade, el cual se sepultó dos días después. El motivo del atraso, es que la familia alegó que no era suficiente el dinero que les había dado el mayordomo para la sepultura. No obstante, no se debe olvidar que esta cofradía era de españoles y que en el segundo caso se le dio dinero para enterrar al hermano cofrade, pero estos no querían una ceremonia sencilla. El gobernador del estado hace hincapié en este punto y menciona: “que por lo regular los dolientes cuando son de cierta esfera más elevada que los muy pobres, no se contentan con entierros humildes y quieren dar cierto lucimientos a sus allegados y quieren mantener en secreto que sus entierros son de limosnas”. Por todo lo dicho, solo queda dar cierre a este articulo y para terminar mostramos el dictamen del jefe de estado en el cumplimiento de su obligación para resolver estos conflictos, es que el sacerdote además de otorgar dinero del fondo se juntó limosnas para los entierros, lo cual los dolientes aceptaron.
Estas denuncias son interesantes, ya podían variar desde indiferencias del párroco, intereses locales, ambiciones políticas, conflictos económicos, morales, sociales y religiosos. Resulta atractivo imaginar muchas posibilidades sobre conflictos de sacerdotes y feligreses en el siglo XIX, ya que hay mucha información y ausencias en los documentos, porque no se mencionan los nombres de los cofrades o familiares “afectados”, incluso no sé menciona el nombre del mayordomo, pero en investigaciones previas que he realizado supe que era el sacerdote Miguel Parada, ya que él se encargó de todas las cofradías de Lagos a principio del siglo XIX. Podríamos suponer que el conflicto fue personal del denunciante, ya que exagera, omite y miente en la información acerca de la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Santo Entierro, además no solo involucró al mayordomo, sino también otros sacerdotes. Para terminar, cerramos el artículo con la resolución y contestación al denunciante que envió el gobernador del estado.
Resolución:
“i quería evitar choque y competencias con la autoridad eclesiástica, como lo insinúa en su informe ciertamente no era el medio más oportuno. Ocurrió sin habernos hecho a nosotros la menor insinuación a las supremas autoridades del estado, distrayendo así su alta atención, ocupada en negocios de mayor trascendencia, exagerando hechos de muy poca importancia. […] Esperamos pronta y eficazmente la ejecución de las leyes y manifestar nuestros respetos y sumisión a las legítimas autoridades: una insinuación muy pequeña suya o un recado con un dependiente hubiera bastándole y bastara en cualquier caso, para que su señoría sin necesitar de ocurrir a las autoridades supremas y siempre que dependa de nuestro arbitrio cumpliremos las leyes. Seguramente no experimentara la menor dificultad, ni choques que comprometan nuestras autoridades con grave escándalo”. (AHPALM/GOB/COF/CNSSE/1793-1836)
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