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Culto devocional de la Inmaculada Concepción en la diócesis de Guadalajara. En la visita de Juan Cru

  • Nayeli Gudalupe Torres Beltrán
  • 11 abr 2020
  • 7 Min. de lectura

En la visita pastoral de Juan Cruz Ruiz de Cabañas se encuentra marcada la religiosidad y el culto devocional de cierta parte de la diócesis, refiriéndome al centro y noreste. Los habitantes y feligreses de la diócesis mostraban su fe a través de los cultos en las fiestas del santo patrono reflejados en romerías, procesiones, fiestas, cofradías, y hermandades. Las fuertes creencias populares en la Colonia, principalmente en torno a la virgen María, fueron muy similares a las creencias de sus contemporáneos españoles.[1] Las

[Extractos de la obra y detalles del grabado] Voyage pittoresque dans les deux Amériques, Orbigny, Alcide d'. Paris, 1841, Biblioteca Nacional de Francia.

colonias españolas heredaron las prácticas religiosas de Europa, reflejo de una religiosidad popular medieval que permanecía, ya inseparable del catolicismo que formaba y forma parte de la tradición cultural religiosa.[2] La religión ocupaba un lugar muy importante en la sociedad española, ésta se encontraba inmersa en todas las esferas de la vida cotidiana.[3] Como menciona William B. Taylor, un símbolo puede significar tanto sumisión a la autoridad o como la liberación, y la Nueva España, un ejemplo en particular es la diócesis de Guadalajara, era una región regida por advocaciones femeninas sagradas.[4]


El culto popular en la diócesis de Guadalajara era el de la Inmaculada concepción de la virgen María, un culto que, desde la Iglesia primitiva se le consideró importante, pero sus representaciones, debates teológicos y filosóficos reflejan la turbulencia de la historia de dicha devoción desde la Edad Medía hasta el 8 de diciembre de 1854, cuando el Papa Pío IX, en el octavo año de su pontificado, proclamó con su Bula nombrada Ineffabilis Deus, que la Inmaculada Concepción de la Virgen María, es considerada sin mancha del pecado original,[5] terminando con todos los debates que se habían originado durante tanto tiempo en torno a dicha devoción. Dicha controversia mantuvo enfrentados a amplios sectores de la Iglesia, tanto del clero secular como del regular. Seguidamente, en el sector secular en donde se encontraban los más altos niveles de la Iglesia, el debate de los pros y los anti-inmaculistas, llegó a penetrar el apasionado fervor popular de la Inmaculada, sus disputas llegaron a los importantes concilios, uno de ellos fue el Concilio de Trento que dio impulso a las imágenes y prácticas cuestionadas por la Reforma Protestante, lo cual sería el discurso constante de toda la época barroca, reflejando con más énfasis en el arte español.[6] Con ello, se utilizaría la imagen y el dogma de la Inmaculada como bandera de la expansión de la cristiandad en del mundo.[7]


Los reyes de España acogerían como suyo el dogma inmaculista originando una gran producción de obras artísticas de dicha imagen que serviría como signo de la Reconquista de España y la Conquista del Nuevo Mundo. En el año de 1492, los reyes de España Isabel de Castilla y Fernando de Aragón recogieron la herencia de una larga tradición de reyes tanto castellanos como aragoneses en pro de la defensa del dogma inmaculista, logrando españolizar el culto de dicha imagen,[8] “llevándolo como estandarte de orgullo católico de cohesión e identidad en las guerras de reconquista de los territorios ocupados durante varios siglos por los árabes y en el nuevo mundo dicha advocación, reemplazaría a los antiguos dioses”.[9]


Dentro de ese mismo contexto durante todo el siglo XVI y XVII, dentro de los reinos españoles el rey Felipe II, impulsaría la importancia del culto inmaculista, además que las órdenes regulares, los cabildos y el alto clero hacían los mismo al difundir y establecer el dogma.[10] Con Carlos II se conseguiría el primer patronazgo de la Inmaculada Concepción otorgada por la Santa Sede.[11] Los reinos de España y sus intelectuales desarrollaron producción poética en torno a la imagen y dogma de la Inmaculada Concepción de María.[12]


La evangelización en los territorios españoles y sobre todo en la Nueva España se dio inmediatamente después de la llegada de Hernán Cortés, durante la conquista (1519), con las primeras tres órdenes religiosas en llegar, franciscanos, dominicos y agustinos, entre los años 1523 y 1533. El conquistador Hernán Cortés provenía de Extremadura, España, y portaba las imágenes religiosas de la Conquistadora,[13] una Inmaculada Concepción, y la virgen de Guadalupe, venerada en su provincia natal. Cortés, portándolas como estandartes y ejemplo de la reconquista en España y como conquista en lo que sería la Nueva España durante el periodo de conquista y después de ella.[14]


A su paso por su visita en la diócesis de Guadalajara (1797-1799), el obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas visitó un total de 211 cofradías de 46 títulos, principalmente marianos. La advocación más popular en la parte centro y noreste de la diócesis fue el de la Inmaculada Concepción de María, perteneciendo la gran mayoría de estás a pueblos de indios o bien a cofradías fundadas para los indios en las parroquias de las cabeceras. La segunda advocación más importante es la del Santísimo Sacramento; la tercera es la de las Benditas Ánimas del Purgatorio; la cuarta es la de la Virgen de los Dolores o Dolorosa y la quinta corresponde a la advocación de Jesús Nazareno; este grupo exclusivo significa dos tercios de las cofradías anotadas. Aquí podemos verificar que en el centro-noreste de la diócesis el culto mariano era el preferido; de las 46 advocaciones 15 eran de la virgen María, 13 de santos, 9 de Cristo, 2 de santas y 7 de otros cultos.


En diversos curatos se podrían contar hasta seis o siete cofradías con la advocación de la Inmaculada Concepción de María. Un gran número de imágenes de esta advocación se identificaron casi en todos los curatos visitados por el obispo Cabañas; lo anterior podría ser influencia del Santuario de Nuestra Señora de San Juan, aunque su devoción original era la Candelaria, la virgen era vestida con la advocación de la Inmaculada, por ello puede ser el motivo de la popularidad y culto preferido en gran parte de la diócesis eclipsando a Jesucristo (en sus diversas advocaciones) y a los otros santos o mártires de la Iglesia católica. En la visita de Cabañas se menciona otro santuario, el de Nuestro Señor Jesús de Nazareno santuario que no tuvo gran trascendencia y que posiblemente en la actualidad ya no se venere esta advocación de Cristo, reafirmando nuevamente que el obispado había una inclinación al culto mariano.


Tras haber expuesto las advocaciones que dominan parte de la diócesis a través de la visita del obispo Cabañas, es posible afirmar que en el centro y el noreste del obispado los fieles se inclinaban mayormente por el culto mariano, principalmente bajo la advocación de la Inmaculada Concepción por influencia franciscana, el Santuario de Nuestra Señora de San Juan y posiblemente por la popularidad de dicha imagen dentro de la pintura del siglo XVIII.




[1] William B. Taylor, Entre el proceso global y el conocimiento local. Ensayos sobre el Estado, la sociedad y la cultura en el México del siglo XVIII, México, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapala, Miguel Ángel Porrúa, 2003, pp.78-79


[2] La geografía del más allá pone el orden a la visión medieval del mundo, en dónde se realizaba la justicia divina como un modelo perfecto que se juzga las acciones del mundo terrenal, rigiéndose mediante códigos morales cristianos a la sociedad. Baschet, Jérome, La Civilización Feudal, Europa del año mil a la colonización de América, México, FCE, 2009, p. 403


[3] Gisela Von Woboser, Vida eterna y preocupaciones terrenales: las capellanías de misas en la Nueva España, 1700-1821, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1999, p. 95


[4] William B. Taylor identifica tres mensajes relacionado con las imágenes, en específico la Inmaculada. El primero es redención y justicia a través de la mediación; el segundo durante los siglos XVII y XVIII de una estrecha asociación entre María Inmaculada y una ideología de autonomía en los pueblos de indios, donde la virgen se tornaba protectora e intercesora y tercero, el énfasis creciente a finales de la Colonia y durante la guerra de independencia sobre los mensajes milenarios dentro de un cambio de orden social y rebelión en contra de personas privilegiadas. William B. Taylor, Entre el proceso global y el conocimiento local…, p. 86


[5] María Warner, Tú sola entre las mujeres, el mito y el culto a la virgen María, Madrid, Taurus, 1991, p. 308


[6] Así que el Concilio de Trento no proclamo la Inmaculada Concepción de María, pero la eximió del decreto universal del pecado original bajo la influencia de San Agustín. Los benéficos que obtuvo la Mariología en el Concilio de Tridentino fueron que las tradiciones no escritas de la Iglesia y sus miembros serían mantenidas con igual honor que las escrituras; y que la Biblia Vulgata era el único texto canónico. Juan Gonzalo Escobar Correa, “Ave María, Gratia Plena: Iconología e iconografía de la Inmaculada Concepción”, Medellín, Universidad Nacional de Colombia, tesis de maestría, Colombia, 2012, p. 148.


[7] María Eugenia Garisoain Otero Hna., “Granada: Paladín en la devoción de la Inmaculada, Iconografía del monasterio de Sto. Tomás de Villanueva, vulgo Tomasas, monjas agustinas recolectas”, Advocaciones Marianas de Gloria, San Lorenzo del Escorial, España, 2012, p 970. Fermín Labarga García, “Fiestas, votos y cofradías inmaculistas en La Rioja”, en, La Inmaculada Concepción en España: religiosidad, historia y arte, coordinador Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla, Instituto Escurialense de Investigaciones Históricas y Artísticas, Vol. 1, España, 2005, p 449-452. J. Carlos Vizuete Mendoza, “Voto, juramento y fiestas de la Inmaculada Concepción de Toledo”, en Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla (coord.), La Inmaculada Concepción en España: religiosidad, historia y arte, Instituto Escurialense de Investigaciones Históricas y Artísticas, Vol. 1, España, 2005, p. 336


[8] María Eugenia Garisoain Otero, Ibid., p. 966. Véase también: María Encarnación Cabello Díaz, “Iconografía de la Inmaculada Concepción en algunas cofradías Malagueñas”, La Saeta de Otoño, 2004, p 912


[9] William B. Taylor, Entre el proceso global y el conocimiento…, p. 393


[10] María Josefa Parejo Delgado, “La iconografía de la Inmaculada Concepción en las parroquias de Sevilla”, en Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla (coord.) La Inmaculada Concepción en España: religiosidad, historia y arte, España, Instituto Escurialense de Investigaciones Históricas y Artísticas, Vol. 2, 2005, p. 965


[11] Rafael Lazcano, “Agustinos españoles defensores de la Inmaculada en la primera mitad del siglo XVII”, en Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla (coords), La Inmaculada Concepción en España: religiosidad, historia y arte, España, Instituto Escurialense de Investigaciones Históricas y Artísticas, Vol. 2, 2005, p.1340


[12] La figura de la virgen estuvo bajo la pluma de autores como Lope de Vega y Luis de Góngora, por mencionar algunos. Pero, no solo la producción provenía de grandes escritores, también las manifestaciones de dicha piedad se reproducían en escritos mariológicos que distribuían las órdenes religiosas. Rafael Sánchez Martínez, “La Inmaculada en la poesía barroca española”, en Francisco Javier Campos y Férnadez de Sevilla (coords.), La Inmaculada Concepción de España, España, Vol 2, 2005, pp. 1411-1412.


[13] William B. Taylor, Entre el proceso global y el conocimiento local…, p. 392


[14] Elisa Vargaslugo, “Imágenes de la Inmaculada Concepción en la Nueva España, AHIg, 13, 2004, pp 67-68


AHAG, Gobierno, visitas pastorales, cajas 6 y 7, libro 8, fojas 1F-478F, libro 9, 1F-385V, años 1796-1799.

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